Ahora que comienza la temporada de festivales de fin de curso pese a quien le pese anuncio que no haré festival. Una vez, una compañera muy querida de renombre nacional me comentó que a ella también le cansaban los festivales, pero que si no lo hacía parecía que no era escuela. Durante años, con ese mismo pensamiento he preparado cientos de coreografías con ese fin, más el desgaste consiguiente por la preparación del propio festival. Pero se acabó, de momento y éstas son mis razones:
1. No a todas las alumnas les gusta o les apetece bailar en público, por lo que no tiene el menor interés en aprenderse unas coreografías que ni les van ni les vienen. Resultado: dejan de asistir a las clases.
2. No todas las alumnas disponen del poderío económico que supone el desembolsar x euros en trajes de danza que se pondrá tres o cuatro veces. Resultado: se excusan por no participar en el festival y consiguientemente dejan de asistir a las clases hasta la celebración del festival.
3. En cuanto la alumna en cuestión ha bailado 8 o 10 veces, ya no tendrá tanto público que vaya a verla una vez superado el efecto "novedad" Resultado: el teatro alquilado, salvo que tenga un aforo pequeño no se llenará.
4. Todas las alumnas se me quejan de que el basar las clases exclusivamente en coreografías les retrasa el aprendizaje y evolucion artística y creativa. Las clases indudablemente se hacen monótonas y repetitivas y viene el cansancio mental y el agotamiento.
Por último, el fin último de la danza oriental no debe ser el que una mujer se convierta en bailarina de teatro, sino en que profundice en su naturaleza femenina, se descubra o redescubra, conecte con su verdadera esencia y su magia. Por tanto para este viaje no se necesitan tantas alforjas.
Mi maestro Shockry Mohamed no celebraba festivales. Por algo será. Pero a todas mis compañeras que sí piensan organizar festival les deseo la mayor de las suertes
Marisa Argüelles.